El envejecimiento de tus llantas puede manifestarse de distintas maneras, pero una de las menos conocidas es la cristalización. Este tipo de desgaste pasa desapercibido a la vista de muchos conductores a pesar del alarmante riesgo que representa.
Los neumáticos se cristalizan cuando el caucho pasa por un proceso químico que lo vuelve rígido en vez de elástico. Como consecuencia, las llantas pierden su capacidad de agarre al pavimento y se vuelven peligrosas cuando el auto está en marcha.
Este fenómeno es común en neumáticos con más de 5 años de fabricación, ya que el paso del tiempo influye en el cambio de la composición del caucho.
El endurecimiento de este material también ocurre por factores como exposición continua al sol, cambios bruscos de temperatura, humedad, almacenamiento inadecuado, conducción agresiva o manejo por caminos de terracería.
¿Cómo reconocer un neumático cristalizado?
El tacto es el primer recurso para detectar un neumático cristalizado. Si tu uña se hunde con facilidad en el dibujo de la banda de rodamiento, significa que el caucho todavía está blando y no sufre de cristalización.
Pero si tu uña no puede hundirse debido a la dureza de la goma, tus neumáticos están cristalizados y ya no son seguros para tu vehículo.
Otras señales de alerta son:
- Mayor distancia de frenado.
- Dirección poco precisa.
- Falta de adherencia, en especial sobre caminos mojados.
- Vibraciones durante la conducción.
- Chirridos cuando el neumático está rodando.
- Grietas en los flancos y en la banda de rodamiento.
La aparición de estos desperfectos indica un endurecimiento severo del caucho, aumentando las posibilidades de que el conductor pierda el control del vehículo en situaciones de alto riesgo; por ejemplo, al manejar en días de lluvia o al tomar curvas a altas velocidades.
Para evitarlo, es recomendable que revises tus llantas con mayor frecuencia si tienen más de 5 años de uso. Si detectas grietas, rigidez y otros signos de cristalización, es momento de reemplazarlas.
Recuerda que los neumáticos cristalizados no pueden repararse porque la alteración química del caucho es irreversible y afecta la totalidad de su estructura.
Aunque sabemos que las llantas no tienen una fecha de caducidad concreta, lo más conveniente es que NO utilices neumáticos con más de 10 años de antigüedad, de lo contrario podrías ponerte en serio peligro.
Cambia tus llantas viejas por neumáticos nuevos de alta calidad.
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