Sí, las llantas se calibran. ¿Por qué? Muy sencillo, para mantenerlas en buen estado y funcionando adecuadamente en todo momento. Gran motor, comodidad única, increíble ahorro de gasolina… pero si los neumáticos no responden cuando son necesarios, nada más importa.

Entonces, hablemos de calibración.

Las llantas deben tener la cantidad indicada de aire para evitar accidentes y causarle daño a tu coche. Esta presión de aire al interior del neumático es diferente para cada modelo, no es lo mismo una camioneta que un sedán, ¿verdad? Pero no te preocupes si no conoces cuál es la presión que deben tener las llantas de tu auto, podrás encontrarlo en el costado de la llanta.

Ahora que sabemos de calibración, ¿cómo lo hacemos?

Lo primero que necesitarás es un calibrador de llantas, un pequeño instrumento que se puede adquirir fácilmente en casi cualquier taller o supermercado, y que se usa para medir la presión existente en los neumáticos. Una vez que lo tengas, lo que necesitas hacer es muy sencillo.

1. Deberás realizar una medición de la presión de aire en frío, es decir, cuando no has usado el coche en un rato, o cuando has recorrido menos de 2 kilómetros.

2. El calibrador te mostrará si la presión está por debajo o encima de lo indicado. Una vez que sepas esto, acude a un taller para corregirlo

3. Asimismo, te recomendamos colocar los tapones de goma a cada llanta una vez que las hayas calibrado para que no les afecte la humedad ni la suciedad.

Y por si no has revisado la presión de tus neumáticos en mucho tiempo, es momento de que lo hagas. Debes conocer bien cada cambio por el que pasan tus llantas para saber cuándo es momento de llevarlo al taller.

Los neumáticos que tienen la presión de aire correcta ofrecen un funcionamiento óptimo. Esto significa que te brindan total control al volante, pues tienen la tracción correcta y permiten gran direccionalidad, además de ayudarte a ahorrar gasolina.

Y recuerda, cuando cambies llantas, pide JK Tyre o Tornel.