Los ejes son un componente muy importante dentro de la estructura de los vehículos. Por definición, un eje es una varilla que conecta un par de ruedas para impulsarlas y mantener la posición de éstas entre sí.

En un automóvil, el motor aplica la fuerza hacia el eje, el cual por inercia hace girar las ruedas, logrando poner al vehículo en marcha; dicho de otra manera, los ejes se encargan de transmitir la potencia del motor hacia las llantas para que éstas giren y el coche pueda moverse.

¿Qué tanto importan los ejes?

En realidad, bastante. Además de transmitir la fuerza motriz, los ejes junto a las llantas soportan todo el peso del vehículo, así como el de los pasajeros y la carga adicional que pueda existir; también pueden absorber los golpes por accidentes como caer en baches o pasar por terrenos poco estables.

La fuerza y la rigidez de los ejes son uno de los factores cruciales para que un vehículo pueda brindar un alto rendimiento, además de proporcionar una conducción mucho más segura sin importar las condiciones del camino.

¿Y varían los ejes?

Por lo general, un vehículo cuenta con dos ejes diferentes:

  • Eje Delantero: Como su nombre lo indica, se sitúa en la parte frontal del coche, y su propósito es apoyar en la dirección del vehículo controlando el movimiento y realizando el trabajo de girar las llantas; además, poseen la capacidad de procesar el impacto que pueda provocar el rodar por una superficie irregular.
  • Eje Trasero: Como se puede intuir, se encuentra en la parte posterior del coche; este eje se encarga de transmitir la potencia del motor y hacer rodar a las llantas. Sólo en algunos casos, este eje también cuenta con una tracción similar a la del eje delantero.

Como puedes notar, los ejes están íntimamente relacionados con las llantas; por ello, apoyarse de neumáticos que resistan las condiciones más adversas del camino es una decisión inteligente para preservar el rendimiento de tu vehículo.

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