Sabemos que tras una ponchadura, suele considerarse como la opción más viable reparar la llanta en lugar de comprar una nueva, tanto por “practicidad” como por el costo que pueda generar.

No obstante, desde ahora te decimos que esta práctica no es recomendable por razones de seguridad, dado que el neumático puede perder sus propiedades al intervenir en él.

Por supuesto, entendemos que hay ocasiones en las que por emergencia puede recurrirse a optar por esta alternativa, aunque claro, debemos considerar que también depende de la gravedad del accidente que haya sufrido la llanta y deberá evaluarse por un profesional, previo a su reparación, pues factores como la condición del neumático, su posición, tamaño de la ponchadura y el tipo de neumático, determinarán si es posible o no proceder.

Considerando lo anterior, te mencionamos algunas de las situaciones en las que un neumático no puede repararse definitivamente:

  • La banda de rodamiento presenta signos evidentes de desgaste.
  • La ponchadura se encuentra en el hombro de la llanta.
  • La ponchadura supera los 6 mm de diámetro.
  • El agujero se ocasionó por un objeto afilado o una protuberancia.
  • La ponchadura está cerca del talón de la llanta.
  • La llanta había sido previamente reparada.
  • Se trata de una llanta runflat.

Desde nuestro punto de vista, aunque reparar un neumático pueda parecer la opción más conveniente económicamente hablando, no olvidemos que está en juego tu seguridad al conducir, y que una mala reparación podría llevar a un accidente o un resultado mucho peor.

Nuestra recomendación es que si ya has sufrido una ponchadura, no te arriesgues. Si cuentas con el recurso, lo ideal es que optes por cambiar tu llanta por una nueva.

Y por supuesto, tu mejor opción es cambiarla por alguna de la familia JK TORNEL.